Transparentes son los huevos de los peces óseos y la mayor parte redondos. Hay una membrana externa permeable con pequeños poros, llamada corion. Esta membrana es en general plana, si bien en ciertas especies presenta un retículo exagonal.
El vitelo del huevo es el responsable de darle las reservas de energía y nutrientes que precisa el feto a lo largo de su desarrollo hasta el momento en que es capaz de alimentarse por sus medios, cuando ya es parte del plancton. En ciertas especies de peces, el vitelo ocupa todo el espacio libre y deja solamente un área marginal libre.
En los elasmobranquios, en el momento en que se han fecundado los óvulos, se cubren de una cápsula córnea que tiene diferentes medidas y tamaños conforme la especie. En ciertos tiburones ovíparos, por poner un ejemplo, esta cápsula tiene un aspecto aproximadamente cuadrangular, y está prevista de unos filamentos para fijarse en el fondo.
En cuanto al tamaño de los huevos es muy variable, si bien más o menos son de 1 mm de diámetro, y pueden fluctuar en las diferentes especies entre 0,25 y siete mm. La talla inmejorable del huevo es aquella que maximiza el número de huevos y la futura supervivencia de larvas y juveniles.
Los huevos bentónicos son, normalmente, de mayor tamaño que los planctónicos, con más vitelo y menos abundantes. El desarrollo del feto dentro del huevo es más prolongado, y la larva sale al exterior en un estado más avanzado, con ojos ya pigmentados.
Como contrapartida la fertilidad en peces de puesta pelágica es más elevada que la de los que ponen huevos bentónicos. Existe, puesto que, una clara relación entre el tamaño del huevo y la supervivencia larvaria. Y es que, las larvas más grandes son capaces de comer un extenso fantasma de presas y tamaños, y son, al unísono, menos frágiles a los predadores.