El congrio presenta, en lo que se refiere a su hábitat, una distribución batimétrica amplísima, que va desde algo más de un metro de profundidad en los fondos rocosos hasta más de mil, alén del talud continental. Según lo que parece, las hembras pueden lograr una profundidad mayor que los machos.
Aquellos congrios que tienen su hábitat en el litoral rocoso continúan ocultos en sus orificios a lo largo del día y son activos a la noche, cuando salen a apresar. Se nutre de cefalópodos, crustáceos y peces.
El congrio es un pez que frente al observador no indica miedo si bien se han producido ataques desencadenados por algún objeto refulgente. En zonas donde los buceadores son usuales, se acostumbran a la presencia humana y pueden llegar a comer de la mano del buceador.
Su distribución está presente en todas y cada una de las costas peninsulares. En el Atlántico, se prolonga desde Noruega hasta las costas de Senegal. En el Mediterráneo es común en todas y cada una de las costas y en la mitad occidental del mar Negro.
La reproducción del congrio es de una sola vez, puesto que entonces se descalifica de forma rápida y muere. Efectúa migraciones aproximadamente largas para reproducirse, tanto horizontales como verticales, puesto que la puesta tiene sitio a profundidades esenciales, como de ochocientos metros, si charlamos del Mediterráneo noroccidental.
Las hembras pueden llegar a poner entre tres y seis millones de huevos, y el desarrollo desde la eclosión hasta la manera juvenil pasa por múltiples fases que implican diferentes tamaños y formas, la semilarva, blanca y transparente, mide hasta quince cm; la leptocéfala (muy similar a las anguilas mas de mayor tamaño) presenta la habitual forma de hoja y mide trece cm. El juvenil, que presenta el cuerpo cilíndrico, mide ocho cm de longitud. Una vez asentado medra de forma rápida.